Cuando era joven, descubrí el ciclismo. Fue una válvula de escape, una forma de supervivencia, y ahora, como adulto, puedo ver cómo me protegió y moldeó. Esto me lleva a hablaros hoy sobre una elección que muchos de vosotros podríais estar considerando: ¿bicicleta eléctrica o convencional para ir al trabajo o para desplazamientos urbanos?
Es tentador pensar que las bicicletas eléctricas, con su pedaleo asistido y facilidad de uso, son la mejor opción para la movilidad urbana. Pero, ¿y si os digo que escoger una bicicleta convencional podría no solo contribuir a un mundo más sostenible sino también invertir en vuestra propia salud?
Un estudio realizado por «Transportation Research Interdisciplinary Perspectives (TRIP) ha analizado los hábitos de transporte sobre una muestra de más de 10.000 usuarios adultos en siete países de Europa. Este estudio reveló que, contrariamente a lo que muchos podrían pensar, los usuarios de bicicletas eléctricas hacen más uso de la bicicleta que los de bicicletas convencionales. Sin embargo, al profundizar, nos damos cuenta de que la asistencia al pedaleo reduce la intensidad del ejercicio en un 24%, lo que significa un esfuerzo físico menos exigente en comparación con las bicicletas tradicionales.
Esto me lleva a reflexionar sobre los beneficios reales de una bicicleta convencional. El ciclismo tradicional no solo es una actividad física completa, sino que también protege nuestras articulaciones, mejora nuestro sistema circulatorio e inmunológico, y reduce el riesgo de infarto en un 50%. Pedaleando regularmente, fortalecemos nuestro cuerpo de una manera que las bicicletas eléctricas simplemente no pueden igualar.
Además, al elegir una bicicleta convencional, también estamos tomando una decisión más ecológica. Las bicicletas eléctricas, aunque se presentan como sostenibles. Según la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Madrid y Ecoinvent. Resulta que estas e-bikes, que muchos consideramos símbolos de progreso ecológico, generan unos 300 kg de CO2 durante su ciclo de vida. Esto es un 60% más que las bicis convencionales. Decir que estas bicicletas tienen un impacto medioambiental significativo debido también a la fabricación y eliminación de sus baterías.
Entiendo la tentación de optar por la comodidad de una e-bike, especialmente en un mundo donde todo se mueve tan rápido. Pero, como alguien que encontró en el ciclismo una salvación y un camino hacia el autoconocimiento, os animo a considerar lo que realmente está en juego. No se trata solo de llegar a nuestro destino, sino de cómo llegamos allí y el impacto que tiene en nosotros y en nuestro planeta.
En definitiva, la elección entre una bicicleta eléctrica y una convencional no es solo una decisión sobre un medio de transporte. Es una decisión sobre nuestro bienestar personal, nuestro compromiso con el medio ambiente y, en última instancia, sobre la calidad de vida que queremos para nosotros y para las generaciones futuras.